Andrés Oppenheimer en sus libros “Basta de Historias” y “Cuentos Chinos”desnuda los vacíos de las políticas educativas en nuestros países latinoamericanos y hace notorio las inmensas diferencias con las naciones que salieron adelante (China, India y Singapur), estando más atrás que nuestros países, sencillamente porque le apostaron a la educación y a la investigación. La generalidad de las reformas educativas en los países de América Latina ha preferido focalizar sus voluntades en la “capacitación” de docentes, fuera de un contexto de políticas, estrategias y programas de formación permanente.
Al respecto, Cardelli y Duhalde (2001) señalan: “En el caso de Latinoamérica se da la particularidad de contar con una diversidad de situaciones con relación a las instituciones que están a cargo de la formación docente… Sin embargo, y a pesar de las diferencias, hay ciertos rasgos que permanecen invariantes en todas las experiencias, que en general conciben a la formación docente como en un modelo tradicional al que hay que superar”. (p.4).
Asimismo, la investigación realizada por Oppenheimer, pone en evidencia la crisis educativa a nivel universitario, que se está viviendo en Latinoamérica, donde el conformismo de la sociedad, el anclaje con el pasado, “repitiendo como loros” las clases año tras año, las leyes, proyectos y reformas, que solo quedan por escrito, y la falta de interés por carreras que ofrecen la oportunidad de progresar e innovar.
También señala que la clave es formar buenos maestros y la mejora educativa solo va ocurrir con una presión social desde abajo a invertir en calidad educativa, tal inversión debe darse en un plazo de veinte años, mientras que los gobiernos de turno piensan y actúan en plazos de cuatro o seis años y en último lugar de su agenda política está la educación, ejemplo de ello es la palpable situación universitaria venezolana.
En el caso de América Latina, se observa mayor inclinación de los estudiantes en carreras poco productivas para el desarrollo, y los niveles de exigencias es mínima dando origen en colocar en tela de juicio la calidad de la educación; aunado a esto la falta incentivos y compromiso ético en la formación de los nuevos profesionales, el Estado no se ha preocupado por optimizar la formación de los profesores, los cuales representan la base fundamental de la enseñanza y el aprendizaje de los estudiantes.
No resulta sorprendente, señala Oppenheimer, que casi todos los países latinoamericanos estén de la mitad para abajo en la nueva clasificación mundial de innovación de las Naciones Unidas. Lo que sí sorprende y entristece es que, con pocas excepciones, ni siquiera integran el subgrupo de los que están “aprendiendo a innovar”.
En Venezuela, específicamente, la educación se ha basado en lineamientos políticos dejando a un lado lo que de verdad importa para mejorar al país, es por ello que a pesar del incremento del número de estudiantes en las escuelas y universidades no ha sido favorable porque no da el resultado de una calidad educativa importante, puesto que al gobierno y entes directivos le importó más aumentar su matrícula del plantel que aumentar la calidad del estudio, de conocimientos y de los procesos de enseñanza y aprendizaje por los que pasa el estudiante y el maestro.
Entonces, ¿Cuál es la receta o el secreto qué en materia educativa necesitamos para mejorar en Latinoamérica?, pues sencillamente como dicen en Finlandia tres secretos: (1) los maestros, (2) los maestros y (3) los maestros, pero maestros de buena calidad.
Al respecto, la profesionalización del docente se construye a partir de la confluencia de tres elementos: condiciones laborales adecuadas, una formación de calidad, y un gestión y evaluación que fortalezca la capacidad de los docentes en su práctica (Vaillant, 2008).
Pero ¿Cómo se logra? Bueno con formación personal y profesional, tal como se refleja en la investigación realizada por Oppenheimer, países como Finlandia, Singapur, India, China, Corea del sur e Israel, han logrado un elevado nivel educativo en las universidades y por ende el desarrollo del país, ya que invierten, tiempo, habilidades, recursos humanos y financieros, exigen a sus estudiantes el rendimiento adecuado, los maestros poseen un gran status académico, exigen promedio alto al estudiante, invierten en la inclusión de otros idiomas en los programas educativos, los exámenes de admisión son rigurosos, orientan los estudiantes, según el rendimiento académico, hacia la universidad, institutos de educación técnica o politécnica. Existe gran oferta y motivación al estudio de las ingenierías, promueven el acceso a maestrías, en algunos de estos países los estudiantes universitarios pagan por sus estudios y las familias invierten gran parte de su ingreso familiar en la educación de sus hijos.
Con atención a lo expuesto anteriormente, infiero que la formación vinculada a la investigación, impulsa a la reflexión sobre el mundo circundante con una visión de futuro distinto y alienta al docente a generar el espacio para la búsqueda del saber, demostrando no sólo la capacidad de producir conocimientos, sino las competencias para generar el cambio a futuro, no solo, en las instituciones educativas sino desde el seno familiar, propiciando una cultura educativa familiar como se evidencia en China, que invierte el 33% de sus ingresos en la educación de sus hijos.
Pero para lograr tal cultura, hay que partir de la humildad, como señalaba Gates (citado por Oppenheimer), “a Latinoamérica le falta una dosis de humildad para darse cuenta cuál es la verdadera posición de sus grandes universidades y centros de investigación en el contexto mundial. Todos los países deben empezar con humildad”, ello se logra aumentando la competitividad, viendo hacia afuera y tratando y logrando ser mejores en lo que hacemos.
Con atención a los argumentos descritos, en los párrafos anteriores, se evidencia la necesidad de una actitud innovadora y con humildad para la consecución de las metas en los países de Latinoamérica, estamos viviendo en la “era de la economía del conocimiento”, visto que, el crecimiento económico no resuelve la pobreza, está se resuelve con Educación de calidad, en tal sentido, para prosperar y ser competitivo, en un mundo globalizado, se debe modernizar sus habilidades y mejorar su tecnología.
Entonces, para esto, se debe inferir principalmente que los docentes, que viven, conocen, sienten y padecen la realidad educativa en las que están inmersas sus instituciones; por demás, está decir, que son ellos los principales agentes de cambio que han de generar, propiciar y por sobre todo llevar a cabo la innovación educativa que necesiten sus educandos.
Detallado el escenario que plantea Andrés Oppenheimer, la naturaleza de su libro “Basta de Historias” resalta doce claves para el progreso:
1. Miremos más hacia adelante
2. Hagamos de la educación “una tarea de todos”
3. Inventemos un “PIB educativo”
4. Invirtamos en educación preescolar
5. Concentrémonos en formar buenos maestros
6. Démosles estatus social a los docentes
7. Ofrezcamos incentivos salariales
8. Hagamos pactos nacionales
9. Forjemos una cultura familiar de la educación
10. Rompamos el aislamiento educativo
11. Atraigamos inversiones de alta tecnología
12. Formemos “educación internacional”
En relación a esto, el proceso de formación docente que viven actualmente las universidades en el país y en América Latina, respectivamente, deben orientarse a la capacitación de un individuo crítico y reflexivo, con base en la actitud y competencias investigativas apto para enfrentarse al mundo. Si bien el propósito de este ensayo no toma como única arista a los docentes formadores de formadores, sino al docente en esencia, desde el nivel de educación inicial pasando por primaria y secundaria y llegando al ámbito universitario, no puede obviarse tampoco que el escenario del mismo parte de los estudiantes, de su actitud ante su formación y preparación como profesional y las competencias a desarrollar para tal fin, lo que pueden o no incidir en modelos adecuados, puedan hacer más significativos sus aprendizajes con una educación de calidad ajustada a las necesidades y realidades de su país en pro de la competencia globalizadora que nos esta cobijando y solo con conocimiento, saberes e innovación podremos combatirla.
En fin, “el saber no ocupa lugar”.
Por Marta De Sousa
Cardelli, J. y Duhalde, M. (2001). Formación docente en américa latina: Una perspectiva político-pedagógica. Artículo publicado en Cuadernos de Pedagogía N°308, Dic. 2001, Barcelona.
Vaillant, D. (2008). Los Docentes en primer plano. Profesión Docente en América Latina. Una agenda emergente y cuatro retos pendientes. Lima: Talleres Gráficos de Tarea Asociación Gráfica Educativa.